La cerámica puede sobrevivir milenios y hablarnos del origen de nuestras culturas, de nuestros inicios. Las huellas de la humanidad son contenidas por esta materia básica, elemental.
Junto a objetos figurativos, alrededor del mundo, personas han creado y siguen creando objetos de barro para contener, recolectar, almacenar, cocinar, cuidar.
En esta exploración Carolina se ha conectado con la noción más rudimentaria del material. Desde una propuesta contemporánea, ha creado formas que han existido siempre, tan solo con el contacto de sus manos en el barro.
En un juego entre el interior y el exterior, en tamaños grandes y chicos, ha volcado su mirada a lo cercano de estos objetos, a la experiencia infantil de jugar con el barro. El pellizco permite estar próximo a la tierra. La persona modela la arcilla, y esta modela a la persona.
Queriendo que la materia sugiera su naturaleza, Carolina ha enriquecido sus pastas, con mezclas recicladas del Taller y áridos recolectados, para dar un acento, condimentar con elementos de su territorio. El tratamiento superficial es una capa de esmalte fina que acompaña de manera suave para enaltecer la pasta y el pellizco.